sábado, 11 de diciembre de 2010

Mi nombre es Rox

Antes de cualquier cosa, quisiera presentarme a ustedes.
Mi nombre es Roxanna, pero casi todos me llaman Rox. Tengo 19 años y soy una chica promedio. Mido al rededor de 1.60 y peso unos 55 kilos.
Hace poco conocí a una chica, su nombre es Sarah. Es un poco más baja que yo y tiene el aspecto de un ángel, sus ojos son enormes y de color azul claro, su cabello es negro azabache y lo lleva largo hasta más abajo de la cintura, casi siempre usa un moño azul que hace juego con sus ojos. Es bastante delgada y se ve muy frágil. Creo que desde el primer momento que la vi, me enamoré de ella.
Siempre he cuidado mi apariencia y lo que como, he querido ser la chica perfecta para los chicos que me han gustado... Pero Sarah llegó y algo se desorganizó en mi interior.

...

-Vamos a tu casa, Rox. Creo que es mucho mejor que estar aquí ahora.
Sus ojos se elevaron con gracia hacia el cielo, que oscurecía velozmente. Yo asentí.
-Como quieras, Sarah. Creo que es mejor que pases la noche allá a que te quedes esperando a que regresen tus padres.
Ella me sonrió y me tomó la mano, impulsándome a correr, como si de una niña pequeña se tratase. Sólo atiné a reír.

No tardamos mucho en llegar, mi casa no estaba tan lejos.
Mamá estaba sirviendo la cena cuando entramos riendo.
Subimos a mi habitación casi de inmediato y Sarah se lanzó sobre mi cama, haciendo que su falda se alzara un poco y pudiera verle un poco más de piel.
Me quedé observándola un par de segundos, luego noté que ella me miraba. Inmediatamente retiré la vista y me dí la vuelta.
-Rox, puedo decirte lo que sea, ¿verdad? A fin de cuentas, somos amigas.
La pregunta me tomó por sorpresa.
-¿Eh? ¡Claro! Somos amigas.
Ella se revolvió en la cama y la falda subió un poco más. Mis ojos no podían evitar seguir el moviemiento de sus piernas.
-Ay, Roxy... Quería decirte que esa camisa que llevas puesta es hermosa, pero te queda algo holgada. Creo que te verías genial si la llenaras por completo.
Me quedé desconcertada. ¿Qué quería decir? ¿Acaso mis pechos eran muy pequeños? Me sentí avergonzada, pero ella se puso de pie de inmediato y me abrazó.
-No me escuches si no quieres-, me dijo en voz baja, -así te ves muy bien.

Mamá subió al cuarto un par de sandwichs.
-¿Están bien así, chicas, o quieren algo más?
Sarah respondió antes que yo.
-¿No tendrá por casualidad salsa para el sandwich?
Mamá asintió y regresó en un par de minutos, se despidió y cerró la puerta.
Sarah tomó uno de los sandwichs del plato y lo llenó de salsa. No podía creer que una chica como ella comiera cosas como esas. Para agrandar me sorpresa, me lo entregó.
-Toma, así sabe mejor.
Estuve a punto de rehusarme, pero esos ojos me miraban con insistencia, así que tomé el sandwich y lo mordí. La salsa casi escurría por el pan. Para mi sorpresa, sabía magnífico.
Sarah sonrió y comenzó a comerse el suyo, por supuesto, sin salsa.
Una vez terminamos, ella se recostó sobre mí.
-¿No tienes algún dulce para luego de la cena?
Y parpadeé un par de veces.
-Sólo tengo helado.
Ella sonrió felizmente y se levantó. Salió de la habitación corriendo y regresó en menos de un minuto. Traía el tarro entero de helado y dos cucharas. Me ofreció una y la recibí.
-Vamos a ver una peli mientras comemos.
Dijo y me entregó el helado. Apagó la luz, se sentó junto a mi y encendió la tele. Mi corazón latía a una velocidad impresionante.
El tiempo se me fué volando entre su voz y nuestras risas. Sin darme cuenta comí cucharada tras cucharada de ese helado que no comía desde hacía meses por mi dieta. No noté si ella había comido o no, estaba demasiado concentrada en las caricias que me daba sobre el muslo. Al final, me sentí tan repleta que el cinturón de mi muy apretado jean me tallaba la piel un poco.
Una vez terminó la película, Sarah se levantó y encendió la luz.
Me acomodé el pantalón, pero no dejaba de tallarme, sentía que mi vientre había crecido un poco por la comida, me avergoncé un poco. Pero en ese momento, Sarah me miró con unos ojos que no he podido olvidar y se sgachó frente a mí. Recorrió mi cuerpo con su mirada y puso su mano en mi cintura. Agarró un poco de piel entre sus dedos y pellizcó con cariño.
-Así te ves mejor.
Se acercó a mí y me besó.
Jamás me había sentido tan feliz. Jamás.

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