Hoy es mi primer día de trabajo y estoy bastante emocionada. Ser mesera es algo que me gusta, no sé muy bien porqué y trabajar en una pastelería será muy divertido.
Sarah me dijo que ella había trabajado en una, y que seguro lo sería.
Me puse mi delantal al llegar a la tienda. Me quedaba perfecto, me parecía que me veía hermosa. Mi cintura resaltaba y mis pechos sobresalían algo, aunque no se veían muy grandes, me preocupaba aún un poco el comentario de Sarah el día anterior, pero su beso aún me adormecía.
El día estuvo bien y, al finalizar la jornada, me regalaron una caja de bombones de chocolate. Parece que les agradó la forma en que trabajaba.
Camino a casa no pude parar de comer los chocolates, eran deliciosos. Doce bombones de chocolate en quince minutos... Necesitaba algo salado para compensar tanto azúcar.
El olor que salía de la cocina era delicioso. Mi madre estaba fuera de la ciudad, así que esperaba una comida congelada, o algo así, pero Sarah estaba allá y había hecho una deliciosa pizza casera.
Terminé por comerme tres porciones y Sarah guardó el resto para el desayuno del día siguiente.
Vimos otra película y comimos palomitas de caramelo.
Esa noche fuí a dormirme sintiendo que no iba a comerme más comida en mi vida.
Al día siguiente desayuné las tres porciones de pizza que quedaban.
Sarah se había ido a su casa, pero el sabor de esas pizzas me la recordaba, así que me comí las tres porciones sin pensar.
El trabajo estuvo bien, bombones azucarados esta vez. Y en la noche, Sarah me esperaba de nuevo, con otra de sus delicias a la mesa.
Así fue toda la semana, mientras mamá no estuvo en casa y cada noche, antes de marcharse, Sarah me tomaba de la cintura y me besaba. ¡Que feliz!
...
Mamá regresó para el domingo, que era mi día libre.
Yo estaba acostada en el sofá, comiendo unas papas fritas que había en la despensa.
Corrí a abrazarla.
Ella me sonrió cuando la solté y me miró por un segundo.
-Roxy, linda, creo que necesitas una sudadera nueva, esa ya te ajusta un poco.
No le di mucha importancia, a veces me sucedía, especialmente después de comer.
Subí a m cuarto y me lancé en la cama. Tomé una soda que había en el nochero y me la terminé.
Me levanté para llevarla a la basura y pasé frente al espejo. Me vi. Tal vez mamá tenía razón, me ajustaba un poco. Podía ver como apretaba un poco mi vientre y mis caderas. Tal vez se habría encogido con la lavada.
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